El Monte Everest: Explorando los desafíos de la escalada
Escalar el Monte Everest es una de las pruebas más extremas tanto para el cuerpo como para la mente. Conoce los desafíos a los que se enfrentan los escaladores y los que tuvo que vencer la montañista y aventurera Thais Herrera, primera mujer dominicana en lograr llegar a la cima del Everest.
La ascensión al Everest no solo pone a prueba los límites físicos, sino que también revela la resiliencia y determinación del espíritu humano.

Escalar el Monte Everest es una de las hazañas más emblemáticas y desafiantes del mundo del alpinismo. Situado en la cordillera del Himalaya, en la frontera entre Nepal y China, el Everest se eleva a 8,848 metros sobre el nivel del mar, lo que lo convierte en la montaña más alta del planeta.
A pesar de su atractivo irresistible para los aventureros, la escalada del Everest presenta una serie de desafíos físicos y mentales que pueden ser extremos y, en algunos casos mortales.
El Everest conocido en Nepal como Sagarmatha y en el Tíbet como Chomolungma, que significan «Frente del Cielo» y «Madre del Universo», respectivamente.
Fue escalado por primera vez el 29 de mayo de 1953 por Sir Edmund Hillary de Nueva Zelanda y Tenzing Norgay, un sherpa nepalí. La primera mujer dominicana en lograr escalar el Monte Everest es la montañista y aventurera Thais Herrera, quien el martes 21 de mayo de 2024 logró llevar la bandera tricolor de República Dominicana a la cima de la montaña más alta del mundo.
Las dos rutas principales para escalar el Everest son: la ruta del collado sur desde Nepal, que es la más popular y la ruta del collado norte desde el Tíbet, China. Miles de personas han intentado escalar el Everest, en 2019, por ejemplo, hubo más de 800 ascensos exitosos en una sola temporada.
La mayoría de los intentos de ascenso se realizan en mayo, antes de que comience el monzón, y en menor medida en octubre, después del monzón.
Desafíos físicos y mentales al escalar el Monte Everest
Mal de altura:
Uno de los principales obstáculos que enfrentan los escaladores del Everest es el mal de altura, ocurre debido a la baja presión de oxígeno a grandes altitudes. Los síntomas pueden variar desde dolores de cabeza y náuseas hasta edema pulmonar y cerebral, siendo potencialmente mortales si no se tratan a tiempo.
El mal de altura puede afectar incluso a los escaladores más experimentados, y la aclimatación adecuada es crucial para mitigar sus efectos.
El mal de altura se produce porque, a mayor altitud, la presión barométrica disminuye, lo que reduce la cantidad de oxígeno disponible en el aire. El cuerpo responde aumentando la frecuencia respiratoria y cardíaca para captar más oxígeno y transportarlo a los tejidos. Sin embargo, si el ascenso es demasiado rápido, el cuerpo no tiene tiempo suficiente para aclimatarse a la disminución del oxígeno, lo que lleva a hipoxia y a los síntomas asociados.
Fatiga y desgaste físico:
La escalada del Everest requiere una resistencia física excepcional. Los escaladores deben enfrentar condiciones climáticas extremas, incluyendo vientos fuertes y temperaturas bajo cero. La necesidad de llevar equipo pesado, junto con la exigencia física de la escalada, puede llevar a un desgaste significativo del cuerpo. Además, la exposición prolongada a estas condiciones puede resultar en congelaciones y otras lesiones relacionadas con el frío.
Riesgos de avalanchas y caídas en el Monte Everest:
El Everest es notorio por sus peligros naturales, como avalanchas y caídas de seracs (zona donde los glaciares se rompen). Estos eventos impredecibles pueden tener consecuencias fatales, y la seguridad en la montaña depende en gran medida de la experiencia y el juicio del escalador, así como de las condiciones climáticas del momento.
Resiliencia y superación de miedos:
El Everest no solo pone a prueba la capacidad física de los escaladores, sino también su fortaleza mental. La escalada requiere una mentalidad de resolución de problemas constante, donde cada movimiento debe ser cuidadosamente planeado y ejecutado.
Camaradería y trabajo en equipo:
La escalada del Everest es a menudo una actividad en equipo, donde la cooperación y la confianza mutua son esenciales. La experiencia de trabajar juntos para superar obstáculos fortalece los lazos entre los escaladores, fomentando un sentido de comunidad y camaradería que puede ser tan gratificante como alcanzar la cima.
Finalmente, la escalada del Everest es una prueba extrema tanto para el cuerpo como para la mente. Los desafíos físicos como el mal de altura y la fatiga se combinan con los desafíos mentales y la resolución de problemas. Sin embargo, para aquellos que buscan superar estos obstáculos, la recompensa personal y el sentido de logro son incomparables.
Con la preparación adecuada y el respeto por la montaña, los escaladores pueden vivir una experiencia que redefine los límites de lo posible.